En los últimos años ha crecido el interés por la terapia con gatos, una modalidad que integra a los felinos como parte de procesos terapéuticos destinados a aliviar el estrés, mejorar el estado emocional y ayudar en situaciones de vulnerabilidad.
En este artículo encontrarás una guía completa sobre qué es la terapia asistida con gatos, en qué situaciones se utiliza y qué beneficios aporta.
¿Qué es la terapia con gatos?
La terapia asistida con gatos, es un tipo de acompañamiento emocional en el que un profesional —psicólogo, terapeuta ocupacional, educador social o técnico en intervenciones asistidas con animales— introduce la presencia de un gato entrenado para generar un entorno de calma, conexión y bienestar.
No se trata simplemente de estar cerca de un gato: existe una intención terapéutica detrás, un objetivo y un contexto supervisado.
La idea es sencilla. Los gatos, por su carácter tranquilo y afectuoso, tienen la capacidad de transmitir serenidad. Su presencia ayuda a regular el estrés, a facilitar la expresión emocional y a generar una sensación de seguridad. A veces, con solo acariciarlos, jugar o simplemente observarlos, la persona puede relajarse y abrirse con más facilidad.
| Es una terapia suave, no invasiva y muy flexible. Aunque pueda parecer algo propio de consultas psicológicas, también se utiliza en colegios, residencias o sesiones individuales. |
Beneficios de la terapia con gatos para el estrés y la salud emocional
A continuación, te contamos los beneficios más importantes de la terapia asistida con gatos:
Regulación del sistema nervioso y disminución de la ansiedad
Cuando acaricias a un gato —siempre respetando su ritmo y su espacio— tu cuerpo reacciona. Aumenta la oxitocina, conocida como la “hormona del bienestar”, y disminuye el cortisol, que es la hormona del estrés.
Este cambio fisiológico ayuda a bajar el nivel de alerta y a que la persona pueda relajarse de verdad.
Sensación de compañía y vínculo seguro
Una de las cosas más especiales de los gatos es que acompañan sin presionar. No hacen preguntas incómodas, no exigen y no juzgan.
Esa presencia tranquila genera un tipo de compañía muy acogedora para quienes están pasando por momentos de dificultad. El gato actúa como un punto de apoyo, suaviza silencios tensos y crea un ambiente seguro y cálido.
Mejora del estado de ánimo
El ronroneo, el juego suave o un gesto de cariño pueden levantar el ánimo incluso en días complicados. Hay estudios que relacionan el ronroneo con la relajación y con sensaciones placenteras, pero más allá de lo científico, compartir un momento agradable con un animal suele cambiar la energía del día.
Facilita el trabajo terapéutico
Cuando un gato está presente, muchas personas sienten que pueden hablar con más naturalidad. El ambiente se relaja, aparece una sonrisa o un momento tierno, y eso hace que la sesión fluya mejor.
Apoyo en situaciones de estrés agudo o crónico
La terapia asistida con gatos puede ser especialmente útil para personas que atraviesan:
- estrés laboral o burnout,
- ansiedad generalizada,
- estrés postraumático leve,
- cambios vitales que cuestan gestionar,
- procesos de duelo,
- momentos de soledad o aislamiento social.
En todos estos casos, la presencia del gato funciona como un puente hacia la calma. Desde ese lugar, trabajar en el bienestar emocional resulta más fácil y más natural.
Si quieres profundizar un poco más en cómo los animales influyen en nuestro bienestar, puedes leer este artículo sobre cómo ayudan los animales a las personas.

¿En qué situaciones se utiliza la terapia asistida con gatos?
La terapia asistida con gatos no se limita a una sola área. Su versatilidad hace que pueda adaptarse a muchos escenarios.
Estas son las situaciones en las que más se aplica:
- Estrés crónico o estrés laboral. Programas en empresas, sesiones individuales o acompañamientos puntuales para personas que necesitan recuperar la calma y la concentración. La presencia del gato ayuda a romper la inercia del estrés acumulado.
- Trastornos del estado de ánimo. Personas en procesos de depresión leve, ansiedad, duelo o altibajos emocionales encuentran un apoyo complementario en esta terapia.
- Entornos educativos. En colegios, institutos o centros especiales, los gatos pueden ayudar a mejorar la atención, reducir la agitación o aumentar la motivación. Hay programas en los que los estudiantes leen en voz alta acompañados por un gato, lo que disminuye la presión y aumenta la confianza.
- Residencias y acompañamiento a personas mayores. Para las personas mayores, especialmente aquellas que viven solas o en residencias, los gatos pueden aportar compañía, tranquilidad y estímulos afectivos muy valiosos. Su presencia reduce la sensación de soledad, anima la interacción y puede despertar recuerdos positivos gracias a la conexión emocional que generan.
- Consultas psicológicas o centros de bienestar. El objetivo no es reemplazar la terapia tradicional, sino enriquecerla. La presencia del felino ayuda a que el entorno sea más cálido, menos rígido y más humano, facilitando que la persona se abra y el proceso terapéutico avance con mayor naturalidad.
- Acompañamiento en situaciones de aislamiento o malestar social. Quienes se sienten solos, desconectados o con dificultades para relacionarse encuentran en el gato una figura de apoyo que no presiona ni incomoda. Su presencia calma, acompaña y ofrece un tipo de vínculo seguro que puede ser un punto de partida para reconstruir la confianza en uno mismo y en los demás.
¿Qué tipo de gatos son adecuados para estas terapias?
No todos los gatos pueden participar en una terapia, y es importante aclararlo. Que un felino sea cariñoso con su familia no significa necesariamente que pueda trabajar en un entorno terapéutico. Para acompañar a otras personas de forma segura y tranquila, el gato debe tener unas cualidades muy concretas.
- Temperamento tranquilo: gatos que no se sobresaltan fácilmente.
- Sociabilidad natural: disfrutan del contacto con humanos desconocidos.
- Tolerancia al tacto: permiten que los acaricien con suavidad sin estresarse.
- Curiosidad equilibrada: son exploradores, pero no impulsivos.
- Paciencia: saben esperar y no se frustran con facilidad.
Aun así, hay razas que tienden a mostrar este temperamento con mayor frecuencia, como el Ragdoll, el British Shorthair, el Maine Coon, el Siberiano o el Bombay.
Pero conviene insistir en algo: un gato mestizo con un temperamento adecuado puede ser tan buen compañero terapéutico como cualquiera de estas razas. Y si estás pensando en adoptar uno, quizá te venga bien este artículo sobre gatos mestizos: cómo cuidarlos y qué tener en cuenta al adoptarlos.
| Los programas profesionales suelen incluir una evaluación veterinaria, una valoración del comportamiento, sesiones de adaptación progresivas y un seguimiento continuo. El objetivo es garantizar que el gato se siente cómodo, seguro y en bienestar en todo momento. Su salud física y emocional es la prioridad absoluta. |
Cómo empezar si quieres probar la terapia con gato
Si te interesa este tipo de acompañamiento, estos pasos pueden ayudarte a iniciarte:
- Busca profesionales formados en intervenciones asistidas con animales y con experiencia trabajando con gatos.
- Habla de tus necesidades para que puedan orientarte y ver si este enfoque encaja contigo.
- Elige el formato que mejor te funcione, ya sea una sesión individual, un programa para reducir el estrés o actividades grupales.
- Valora cómo te sientes durante y después de las sesiones: la experiencia debe ser agradable y ayudarte a relajarte.
- Si no tienes acceso a un programa, puedes crear pequeños momentos de calma con tu propio gato: acariciarlo, jugar suave o simplemente compartir un espacio tranquilo ya puede aportar bienestar.
| ¿Sabías que la terapia asistida no se limita solo a los gatos? También existen programas realizados con perros, que pueden aportar apoyo emocional y acompañamiento en muchos procesos. Si te interesa descubrir cómo funcionan, visita este post sobre terapia con perros y cómo pueden ayudar a curar. |
Conclusión
La terapia con gatos es una forma de apoyo emocional que destaca por su sencillez y su cercanía. Se basa en la calma, la presencia y la conexión que los gatos saben ofrecer de manera tan natural. Para muchas personas, ese espacio tranquilo que se crea junto al felino es suficiente para rebajar el estrés, mejorar el ánimo y sentirse un poco más acompañadas en momentos de dificultad.
No es una solución mágica, pero sí una herramienta amable y accesible que puede transformar la forma en la que afrontamos el día a día. Si te atrae esta manera de trabajar el bienestar emocional, explorarla puede ser un primer paso hacia un cuidado personal más consciente, más suave y más humano.
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