Cómo enseñar a un perro: transmítele paciencia y serenidad – Parte I

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Si tienes un perro muy activo, nervioso o sobradamente exaltado que cuando te acercas a él se altera demasiado, cuando vas a sacarlo se pone como loco saltando, cuando quieres sacarlo a pasear no para un momento y ni te deja que le coloques la correa o que cuando vas a darle de comer, se tira al plato y no deja casi que le pongas la comida con normalidad…. ¡Este es tu artículo!

Esta actitud de nuestro perro puede llegar a ser molesta. Hay a quien no le importa pero no deja de ser un incordio que cinco minutos antes de marcharte al trabajo o a una fiesta, al despedirte de tu mascota toda tu ropa acabe manchada. O que al darle de comer o sacarlo a pasear para que se distraiga, se suba o salte y ensucie todo con las patas. O te tire el plato de comida, en un salto de satisfacción antes de que se lo entregues.

Muy probablemente esta conducta se la transmitas tú o sea un problema de modales. Los perros son grandes observadores del ser humano, son muy cotillas y les encanta observar a los demás. La mayor parte del día se lo pasan observando a las personas que le rodean, el juego de los niños que están a su alrededor, a las personas que nos visitan y, cuando salimos a pasear, a las personas que se cruzan con nosotros.

Cómo enseñar a un perro a ser paciente

Siendo así, nosotros tenemos la llave para transmitirle modales, sin tener que hacerle una obediencia especial, sin gritos, sin broncas, sin necesidad de reprimir su alegría, su nerviosismo,…Debemos pensar que la conducta que nos presenta, es por satisfacción, por la alegría al vernos, de contento por salir a pasear, de satisfacción porque va a comer. De lo contrario si no se alegrara en nuestra presencia o al salir a pasear, tendríamos un problema de miedo o fobia por alguna otra razón. Por tanto, no le reprimamos su carácter alegre, activo e innato.

No debemos gritarle para que modifique su conducta, los perros no entienden de gritos, ni de broncas. Ellos, haciendo uso de sus poderes de observación, se rigen por la postura que adoptemos, por nuestros movimientos, por nuestras señales gestuales. Es mucho más efectiva una señal gestual indicando tranquilidad y movimientos lentos, que dar voces y hacer espasmos.

Cuando nos dirijamos a él, debemos hacerlo pausadamente sin nervios ni movimientos bruscos. Para empezar, si está saltando antes de llegar a él, nos detendremos sin más y cuando se apacigüe o se siente, seguiremos caminando y acercándonos, si se pone a saltar o nervioso otra vez, volveremos a detenernos y cuando se tranquilice seguiremos de nuevo. Esta actitud por nuestra parte, le dará a entender que consigue lo que le gusta cuando está más tranquilo: nuestra presencia próxima a él. Con el tiempo y nuestra paciencia, sabrá que es mejor estar contento, pero tranquilo, que dar saltos y nervioso.

Si para salir por la puerta a la calle, el perro se pone muy ansioso para salir, que no deja casi que le pongamos la correa. Debemos detenernos, quedarnos estáticos, sin hablar, sin ningún movimiento corporal, hasta que se pare e incluso se siente, a la espera de nuestra reacción. Una vez pausado, nos acercamos nuevamente, deteniéndonos cada vez que se altere, hasta que consigamos colocarle la correa y salir. Llegará un momento que ya nos esperará en la puerta sentadito hasta que le pongamos la correa, porque sabe que si es así, más rápido saldremos a la calle.

Si tenemos un perro, tenemos que ser conscientes que debemos dedicarles un tiempo, porque los queremos, porque se lo merecen y porque tiene sus necesidades de contacto con los humanos; por tanto no vale el decir, “venga, venga rápido que nos vamos a la calle que tengo prisa por volver y que me tengo que ir”.

Otra situación que muchos perros, suelen hacer alarde de su nerviosismo o impaciencia, es a la hora de ponerles el plato para comer, saltan y brincan hasta que consiguen alcanzar el plato, algunos hasta el punto que es un incordio para la persona que les da de comer, con las consecuencias y molestias oportunas. La solución es la misma, pausa y tranquilidad en los movimientos. Aguantamos el plato en alto y no lo bajamos hasta que no se tranquilice, si al bajarlo se activa, volvernos a subirlo. En pocos días tu perro sabrá que es mejor esperar la comida sentado hasta que se lo indiquemos porque come antes.

Estas pautas son y deben ser aplicables a todo lo cotidiano, a la vida diaria de nuestra mascota, debemos ser capaces de hacerle entender que la tranquilidad y paciencia es una virtud, que en el día a día es beneficiosa para todos y mejora la convivencia en la familia.

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