Max es un mestizo de labrador de tamaño grande. Tiene cuatro añitos y toda su vida la ha pasado junto a una familia, pero al mudarse a un piso decidieron que ya no podían llevarlo consigo. Así llegó a nosotras. Ahora está en una residencia y cuando vamos a visitarle nos mira con esos ojos llenos de tristeza, tratando de entender por qué de repente su mundo ha cambiado. Está un poco perdido, buscando con la mirada a su anterior familia sin saber que ellos ya no volverán. Pero sabemos algo con certeza: es un perro buenísimo, noble, cariñoso y muy leal. Solo necesita volver a sentir el calor de un hogar y el amor de una familia que lo quiera para siempre. No sabemos aún cómo se lleva con todos los perros, pero por lo que hemos podido ver de él no creemos que vaya a tener problema. Max no pide mucho: un sofá donde descansar, largos paseos, juegos y lo más importante, alguien dispuesto a quererlo y no abandonarlo nunca más.